miércoles, 16 de marzo de 2011

TERCERA FASE DE LA MISIÓN: ASIA. ORÍGENES DE LA IGLESIA DE ÉFESO: APOLO. Hch 18,24-48.

                   24 Llegó a Éfeso cierto judío, de nombre Apolo, natural de Alejandría; era hombre elocuente y muy versado en la Escritura.
25 Éste había sido instruido en el Camino del Señor, hablaba con mucho entusiasmo y enseñaba con exactitud lo relativo a Jesús, aunque no conocía más bautismo que el de Juan.
26 Apolo se puso a hablar con valentía en la sinagoga; cuando lo oyeron Priscila y Áquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más exactitud el Camino de Dios.
27 Teniendo él intención de pasar a Grecia, los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Su presencia, con el favor de Dios, contribuyó mucho al proyecto de los creyentes, 
28 pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que el Mesías es Jesús.

EXPLICACIÓN.

                   Tercera fase de la misión: Asia (18,24-19,20): Comprende los orígenes de la iglesia de Éfeso (18,24-28), su constitución (19,1-7) y su expansión por la provincia de Asia (19,8-10); termina con un epílogo sobre la impotencia de la apologética judía (19, 11-19), seguido de una colofón (19,20).

24 - 28.       La tercera fase empieza con la presentación de un nuevo personaje representativo (24: "Cierto judío"), de nombre Apolo, según la rec. ord. / Apolonio, según la rec. occ. (Apeles, según la egipcia): se trata de un judío alejandrino, muy versado en la Escritura (AT) y conocedor de la figura histórica de Jesús, conocimientos éstos que, según la rec. occ. había recibido en su patria, Alejandría, centro del pensamiento judío helenístico (24s).

                 Nótese que las tres fases de la misión dan comienzo con la presentación de un personaje representativo: Barjesús, la primera, en representación de los judeocreyentes que se oponen a la entrada de los paganos (13,6); Timoteo, la segunda, encarnación de los cristianos que vuelven, a los usos judíos (16,1); Apolo, la tercera, en representación de los discípulos de Juan conocedores de la figura de Jesús.

               La pareja judía, constituida por Priscila y Áquila, de los que no se han dicho que fuesen creyentes (cf. 18,2.18b.19a), lo instruye en la calidad mesiánica de Jesús, sin que tampoco de él se diga en lo sucesivo que se haya hecho creyente (26-28). La descripción de este personaje y de su actividad en Éfeso y en Corinto sirve de elemento de contraste para enjuiciar tanto la actividad precedente de Pablo en Grecia como la subsiguiente en Asia. Se puede hablar de Jesús y de su mesianismo sin necesidad de hacerse cristiano.

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