viernes, 18 de marzo de 2011

ÉFESO. LA APOLOGÉTICA JUDÍA IRRITA A LOS PAGANOS. Hch 19,23-20,1.

 23 Fue en aquella ocasión cuando se produjo un grave alboroto a propósito del Camino.
24 Cierto individuo de nombre Demetrio, platero de oficio, que labraba en plata reproducciones del templo de Artemis, proporcionando no poca ganancia a los artesanos,
25 reunió a éstos con los otros obreros del ramo y les dijo:
                  - Amigos, sabéis que de esta ganancia depende nuestro bienestar;
26 pues bien, estáis viendo y oyendo decir que ese Pablo ha persuadido a buen número de gente a cambiar de idea, no sólo en Éfeso, sino prácticamente en toda la provincia de Asia, diciéndoles que no son dioses los que se fabrican con las manos.
27 No sólo hay peligro de que nuestro oficio se desacredite, sino también de que se desprestigie el templo de la gran Artemis y se derrumbe su majestad de la diosa venerada en toda la provincia de Asia y en el mundo entero.
                 28 Al oír aquello, se pusieron a gritar enfurecidos:
                 - ¡Arriba la Artemis de los efesios!
                 29 La ciudad se llenó de confusión y la gente se precipitó en masa hacia el teatro arrastrando a dos macedonios, Gayo y Aristarco, compañeros de viaje de Pablo.
30 Pablo quería entrar en la asamblea del pueblo, pero no se lo permitían los discípulos.
31 También algunos senadores amigos suyos le mandaron recado aconsejándole que no se arriesgara a ir al teatro.
                 32 Mientras cada uno gritaba una cosa, porque la asamblea estaba hecha un lío y la mayoría ni sabía para qué se habían congregado,
33 algunos de la multitud aleccionaron a  Alejandro, a quien los judíos habían empujado adelante. Alejandro reclamó atención con la mano, pues quería presentar una defensa ante la asamblea.
34 Pero en cuanto cayeron en la cuenta de que era judío, estuvieron gritando todos a coro por espacio de dos horas:
                - ¡Arriba la Artemis de los efesios!
                35 Después de calmar a la multitud, dijo el canciller:
               - Efesios, ¿quién hay en el mundo que no sepa que la ciudad de Éfeso es la guardiana del templo de la gran Artemis y de su estatua caída del cielo?
36 Esto es indiscutible; por tanto, es menester que conservéis la calma y no obréis precipitadamente,
37 porque estos hombres que habéis traído no son ni sacrílegos ni blasfemos contra nuestra diosa.
38 Así pues, si Demetrio y los artesanos sus compañeros tienen querella contra alguno, ahí están las audiencias públicas y los procónsules; que unos y otros presenten allí sus querellas.
39 Y si tenéis alguna otra demanda, se proveerá en la asamblea legal.
40 De hecho corremos riesgo de ser acusados de motín por lo de hoy, pues no podemos alegar ningún motivo que justifique este disturbio.
                Y dicho esto disolvió la asamblea.
20            1 Cuando se apaciguó el tumulto, Pablo mandó llamar a los discípulos para alentarlos; luego se despidió y salió para Macedonia.

EXPLICACIÓN.

19,23-20,1        El paréntesis creado por el motín de Éfeso (nótese la inclusión que lo enmarca: 19,23/20,1) sirve para poner en evidencia los serios reparos que suscita en el paganismo asiático la difusión del mensaje (cf. 19,10.20) y sobre todo la forma polémica (cf. 19,8.9: "discutiendo") como lo presenta Pablo (23).

                        El culto de la diosa Artemis, típicamente asiático, encarnaba los valores religiosos y políticos de aquella sociedad, en contraposición a los de la cultura romana, encarnados en el culto imperial, y a los de la religión judía (24-28).

                       La ciudad se llena de confusión (29). Los hermanos impiden que Pablo entre en la asamblea popular (30). La amistad con los asiarcas, representantes del culto imperial (31), compromete la figura de Pablo y exaspera al público pagano (32). Los judíos intentan asumir la defensa, pues combaten, como Pablo (v.26), la idolatría, el enemigo común (33), exasperando aún más a la asamblea (34).

                      Discurso de descargo del canciller a favor de Gayo y Aristarco (35-37); remite la querella de Demetrio y sus compañeros artesanos a los procónsules y a la audiencia pública y disuelve la asamblea (38-40).

                      Lc, maestro en el arte de la composición, ha construido esta escena en forma de una perfecta estructura concéntrica. Al situar en el centro de la estructura la total confusión reinante en la asamblea (v.32) y deslindar el conato de Pablo frustrado por los suyos (discípulos y asiarcas) (vv. 30s) del conato de Alejandro instigado por sus compatriotas judíos (v.33). Lc deja bien claro que la confusión que se ha producido en Éfeso tras la prolongada polémica entablada por Pablo en la sinagoga, primero, y en la escuela de Tirano, después, es debida en última instancia a la presentación apologética del Camino -con ribetes marcadamente judíos- por parte de Pablo. El alboroto/tumulto no ha resuelto nada; la cuestión sigue en pie. Pablo sale para Macedonia (20,1).                 

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