miércoles, 16 de marzo de 2011

COMPENDIO: IMPOTENCIA Y PELIGROS DE LA APOLOGÉTICA. Hch 19,11-19.

                  11 Dios hacia milagros nada comunes por mano de Pablo,
12 hasta el punto que bastaba aplicar a los enfermos pañuelos o prendas que él había llevado, para ahuyentar las enfermedades y expulsar los espíritus malos.
                 13 Ciertos exorcistas judíos ambulantes probaron también a invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían los espíritus malos, diciéndoles:
                 - Os conjuro por ese Jesús que Pablo predica.
                 14 (Los que esto hacían eran siete hijos de un tal Escevas, sumo sacerdote judíos.)
                 15 Pero el espíritu malo les replicó:
                 - A Jesús lo conozco y de Pablo tengo noticia, pero vosotros, ¿quiénes sois?
                 16 El hombre poseído por el espíritu malo se abalanzó de un salto sobre ellos, les pudo y los dominó a unos y otros, de modo que huyeron de la casa aquella desnudos y malheridos.
                 17 El hecho fue notorio a todos los habitantes de Éfeso, lo  mismo judíos que griegos; los invadió a todos el temor, y empezó a proclamarse la grandeza del nombre del Señor Jesús.
                 18 Por su parte, muchos de los que ya creían iban a confesar públicamente sus malas artes,
19 y buen número de los que habían practicado la magia amontonaron los libros y les prendieron fuego delante de todos. Calculado el precio, resultó ser cincuenta mil monedas de plata.

EXPLICACIÓN.

11 -19.          Lc cierra esta descripción de la actividad incesante de Pablo como un tercer sumario, redactado al igual que el segundo (cf. 4,32-5,16) en forma de tríptico (11s; 13-17; 18s). El sumario propiamente dicho lo constituyen las dos breves hojas laterales, mientras que en el centro se presenta una original perícopa.

                    La primera hoja del sumario (11s) describe la actividad taumatúrgica de Pablo con una serie de rasgos que recuerdan la de Pedro el segundo sumario (cf. 5,12-16). Sorprende que no se hable aquí, a diferencia del sumario apostólico, de "señales y prodigios" -en confirmación de las diversas facetas positivas de la misión-. sino simplemente de "milagros no comunes" (11), litotes característica de Lc, obrados por Pablo, bien sea personalmente (lit. "por las manos de P."), bien por contacto con prendas de su uso (12a); por lo que hace a las liberaciones de malos espíritus (12b), a diferencia de las curaciones, no se precisa el modo (conjuro) como se han llevado a cabo.

                   La perícopa central toma pie de las liberaciones reseñadas en el último inciso. Las dificultades de interpretación se ven acrecentadas por las notables diferencias que existen entre una y otra rec. Según la ord., siete exorcistas judíos ambulantes, de casta sacerdotal, intentaron realizar un conjuro al modo de Pablo (13s). Pero el mal espíritu se les resistió (15) y, en vez de salir él, los expulsó a ellos de la casa (16). La noticia se divulgó en toda la ciudad y el temor los invadió a todos, a la par que se reconocía la grandeza del Señor (17). No se explica el empleo del número "siete", de alcance universal, referido a unos judíos que habrían intentado hacer proselitismo; por lo que hace al conjuro, más bien debería haber dado resultado, según el dicho de Jesús de Lc 9,49s; no se explica la frase literal del v.16, "los dominó a ambos", dificultad que se ha intentado soslayar en la traducción.

                   La rec. occ., en cambio, ofrece perfecto sentido al distinguir dos sucesivos intentos de exorcismo sobre algunos demonios que, por lo visto, Pablo no había expulsado: "Algunos de los exorcistas judíos ambulantes probaron a nombrar sobre los que tenían espíritus malos el nombre del Señor Jesús, diciéndoles: 'Os conjuro por eso Jesús que Pablo predica ' . En esto, también los (siete) hijos de un tal Escevas, sacerdote, quisieron hacer lo mismo. (Estos tenían la costumbre de exorcizar.) Se acercaron al endemoniado y se pusieron a invocar ese nombre diciendo: 'Por ese Jesús que Pablo predica, te conminamos a que salgas'".

                  El primer grupo es judío, constituido por exorcistas de oficio; el segundo es pagano, formado por individuos de casta sacerdotal, que además solían exorcizar. El fracaso de unos y otros se debe a la fórmula de exorcismo: "Por ese Jesús que Pablo predica". Ni Pablo con su predicación, ni el judaísmo de la diáspora con sus exorcismos, ni los círculos sacerdotales del paganismo con los suyos, han sido capaces de liberar al hombre (16, cf. Lc 9,40). Lc insinúa así una crítica del contenido polémico de la predicación de Pablo ya sea en la sinagoga, ya sea en la escuela de Tirano. Por eso la notoriedad del hecho alcanza a judíos y a paganos (17).

                  La escena del endemoniado de Éfeso contiene una serie de paralelos con la del endemoniado de Gergesa: 1) en ambas escenas se habla de un mal espíritu uno y múltiple (Lc 8,27.29.30.33 Hch 19,13.14 var.15.16); 2) en ambos casos el endemoniado se resiste, aunque por diversos motivos (Lc 8,29/Hch 19,15); 3) el conjuro del endemoniado es prácticamente el mismo que el de los exorcistas judíos (Mc 5,7/Hch 19,13); la fórmula usada por Jesús es muy parecida a la usada por los exorcistas paganos (Lc 8,29/Hch 19,14 var.), etc. El hombre sólo puede ser liberado de los múltiples falsos valores de la sociedad pagana cuando la predicación, como en el caso de Jesús, va al fondo del problema. Esto, de momento, no ha ocurrido en Éfeso.

                 La tercera hoja del tríptico pone de manifiesto la falta de ruptura de la comunidad de Éfeso con su pasado; el rotundo fracaso con el endemoniado lleva a la clarificación de los creyentes (18s).

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