miércoles, 9 de marzo de 2011

REUNIÓN DE LA ASAMBLEA. PEDRO DEFIENDE LA CAUSA DE LOS PAGANOS. Hch 15,6-29.

 6 Se reunieron entonces los apóstoles y los responsables para examinar el asunto.
7 Como la discusión se caldeaba, se levantó Pedro y les dijo:
                   - Hermanos, vosotros sabéis que, desde la primera época, Dios me escogió entre vosotros para que los paganos oyeran de mi boca el mensaje del evangelio y creyeran.
8 Y Dios, que lee los corazones, se declaró a favor de ellos, dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros.
9 No ha hecho distinción alguna entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones por la fe.
10 ¿Por qué, entonces, provocáis a Dios ahora imponiendo a esos discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos tenido fuerzas para soportar?
11 No, nosotros creemos que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, de la misma manera que ellos.
                  12 Toda la asamblea guardó silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que les contaban cuántas señales y prodigios había hecho Dios por su medio entre los paganos.

       SANTIAGO SALVAGUARDA EL PRIVILEGIO DE ISRAEL.

                  13 Cuando ellos se callaron, replicó Santiago:
                  - Hermanos, escuchadme:
14 Simeón ha relatado cómo Dios por vez primera se ha dignado escoger de entre los paganos un pueblo para él.
15 Concuerdan con esto los dichos de los Profetas, como está escrito:
                  16 Después de esto volveré
                  para reconstruir la tienda caída de David;
                  reconstruiré sus ruinas
                  y la pondré en pie,
                  17 para que el resto de los hombres busque al Señor,
                  con todas las naciones que ya llevan mi nombre,
                  dice el Señor, que lo hizo
                  18 notorio desde antiguo (Am 9,11-12 LXX).
                  19 Por tanto, he resuelto yo que no se debe molestar a los paganos que se convierten a Dios;
20 basta escribirles que se abstengan de contaminarse con la idolatría, de contraer uniones ilegales, de comer animales estrangulados o sangre;
21 porque desde las primeras generaciones Moisés ha tenido quien lo proclame en cada ciudad, cuando se lee cada sábado en las sinagogas.

                  RESOLUCIÓN DE LA ASAMBLEA.

                  22 Entonces decidieron los apóstoles y los responsables, de acuerdo con la entera comunidad, elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: eligieron a Judas el llamado Barsabá, y a Silas, hombres con ascendiente entre los hermanos,
23 para mandarles por su medio este escrito:
 24 "Los apóstoles y vuestros hermanos los responsables saludan a los
           hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia procedentes del paganismo.
           Nos hemos enterado de que algunos de los nuestros han ido desde
           aquí y os han alarmado y perturbado el ánimo con sus palabras, sin
           encargo nuestro.
25 Por eso hemos decidido por unanimidad elegir a algunos y enviároslos
    con nuestros queridos Bernabé y Pablo,
26 hombres que han dedicado sus vidas a la causa de nuestro Señor, Jesús
      Mesías.
  27 En consecuencia mandamos a Judas y Silas, que os referirán lo mismo
        de palabra.
  28 Porque hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más
        cargas que las indispensables:
   29 abstenerse de carne sacrificada a los ídolos, de comer sangre o
        animales estrangulados, y de contraer uniones ilegales. Haréis bien en
       guardaros de todo eso. Salud".

EXPLICACIÓN.

6 - 29           La reunión de la asamblea está estructurada también en forma concéntrica: reunión de la asamblea (6), defensa de Pedro (7-11), Bernabé y Pablo en el centro del debate (12), sentencia de Santiago (13-21), resolución de la asamblea (22-29).

                    Reunión de la asamblea, compuesta solamente por los apóstoles y los responsables (6). La comunidad está presente también, pero no tiene voz ni voto en el debate (cf. v.12).

                    En medio de la discusión acalorada, señal de que la tesis farisea tiene sus partidarios entre los dirigentes, interviene Pedro, en representación de los apóstoles; la rec. occ. puntualiza que lo movió a ello el Espíritu Santo: "Se levantó Pedro movido por el Espíritu" (7a, cf. Mt 22,43; Mc 12,36).

                    Pedro les recuerda que "desde la primera época" fue elegido por Dios entre los dirigentes para anunciar la buena noticia a los paganos; los sucesos acaecidos en casa de Cornelio pertenecen ya a un pasado lejano, pero con valor fundacional (7b). Dios ratificó su anuncio derramando sobre ellos el Espíritu Santo, lo mismo que había hecho en Pentecostés sobre los de origen judío (cf. 10,44.47; 11,15.17), sin haber precedido ninguna señal exterior de conversión (bautismo), pues lee en el interior del hombre (8). Dios no distingue entre judíos y paganos, entre puro e impuro, sagrado o profano (9a, cf. 10,15.20.28; 11,9.12); no es la Ley -ni por ende la circuncisión- sino la fe la que purifica al hombre, suprimiendo así toda discriminación (9b, cf. 11,17).

                  Tras asentar los principios constitutivos de derecho, saca las consecuencias: querer imponer la Ley -una carga insoportable tanto para Israel como para los judeocreyentes- equivaldría a negar la gratuidad de la salvación (10); la salvación tanto para los paganos como para los judíos procede de la gracia del Señor Jesús y no de la circuncisión ni de la Ley, como pretendían los creyentes fariseos (11).

                 El silencio de la entera asamblea es señal de asentimiento. La rec. occ. lo justifica: "Habiendo dado los responsables su asentimiento guardó silencio toda la asamblea" (12). La comunidad judeocreyente escucha el relato de Bernabé y Pablo, situados en el centro del deber ante la decidida actitud de Pedro, éstos se atreven ahora a mencionar la conversión de los paganos (comp. v.3 con v.4); los prodigios son indicio del apoyo divino a la misión (cf. 14,3).

                Santiago, el pariente del Señor, interviene como portavoz del grupo de los responsables (cf. 12,17). Pide a la asamblea que preste atención a su requisitoria (13).

                Llamándole Simeón (forma hebrea de "Simón"), hace hincapié en el origen étnico y religioso de Pedro. Al resumir el discurso de éste, tergiversa el sentido de sus palabras.

                Mediante la frase: "se ha dignado escoger de entre los paganos un pueblo (indeterminado) para él" (14), distingue a los paganos de Israel ("el pueblo", siempre determinado en Lc) y los subordina a la iglesia judía.

               Niega así toda novedad a lo expuesto por Pedro, haciéndolo coincidir con un pasaje de Amós (Am 9,11s, citado según los LXX), del que deduce que la restauración de la monarquía davídica (el mesianismo nacionalista judío, cf. 3,20ss) es condición indispensable para la salvación de la humanidad (15-17).

              El último inciso: "notorio desde antiguo" (18), es un comentario de Santiago inspirado en Is 45,21: el hecho que Dios se haya dignado "por vez primera" asimilar a los paganos a Israel, según la versión que acaba de dar él del relato de Pedro (v.14), no debe prejuzgar la restauración de Israel, pues ésta se inscribe en el plan primigenio de Dios, "desde antiguo".

             La rec. occ. es todavía más explícita: "Notoria es desde antiguo para el Señor su obra": la restauración de la dinastía davídica es "la obra" por excelencia de Dios, a la que debe supeditarse la misión entre los paganos.

             Sentadas estas premisas, Santiago emite una sentencia salomónica, valiéndose de la autoridad que le otorga su calidad de sucesor del Mesías davídico por fuerza de su parentesco de sangre (cf. 1,14): la circuncisión no es obligatoria para los paganos (19), pero éstos han de respetar ciertas prescripciones, cuya transgresión haría imposible la convivencia con los judíos (20).

              El estatuto jurídico que impone a los creyentes venidos del paganismo es análogo al del extranjero asimilado al pueblo judío (cf. Lv 17s). Era el mínimo que los pensadores liberales judíos exigían a los paganos adictos que no se hacían plenamente judíos.

             La rec. occ., después de las prescripciones (om. la relativa a los animales estrangulados), añade: "Y no hacer a otros lo que uno no quiere par así", o sea, la regla de oro de la religiosidad judía.
             Santiago trata de justificar el fallo emitido apelando a un argumento jurídico: "Moisés", la Ley, no ha prescrito, pues sigue teniendo plena vigencia y mantiene la primacía que emana de su antigüedad, "desde las primeras generaciones" (21), en contraposición al hecho más bien reciente de la apertura a los paganos, que Pedro hacía remontar a la primera época de la iglesia, "desde los primeros días" (15,7. lit.)

             Pedro se había pronunciado en favor de la libertad total frente a la Ley tanto para los paganos como para los judíos creyentes; Santiago retiene la obligatoriedad de la Ley para los creyentes judíos y, aunque renuncia a integrar a los convertidos del paganismo en el Israel mesiánico, les exige un estatuto jurídico que les permita convivir con el Israel verdadero.

            El pleno de la asamblea (apóstoles, responsables y comunidad) decide enviar unos delegados a Antioquía con la carta sinodal (22-23a). En el encabezamiento de la carta se menciona a los que han aceptado el compromiso zanjado de antemano por Santiago, los dirigentes, y a los destinatarios del mal llamado "decreto apostólico" (de hecho es un compromiso entre los apóstoles con Pedro a la cabeza y los responsables presididos por Santiago), a saber, las comunidades establecidas en las regiones de Siria y Cilicia (23).

            Se empieza descalificando a los perturbadores (24). Se cita en primer lugar la decisión tomada en el pleno de la asamblea: el envío de unos delegados (25, cf. v.22), y se alaba después la plena dedicación de los misioneros (26). Se menciona el envío de dos delegados, encargados de entregar la carta y de ratificar de palabra su contenido (27).

            Para terminar se notifica la decisión, compromiso alcanzado entre la postura abierta defendida por Pedro (la misma que Bernabé y Pablo habían adoptado desde el momento en que la buena noticia fue predicada a los paganos, cf. 11,20-26) y la radical sostenida por los judaizantes (15,1.5); se expresa en la fórmula: "Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros", en la que se reflejan ambas posturas, como se demuestra en la continuación: "no imponeros más cargas (tesis de Pedro, siguiendo al Espíritu) que las indispensables (tesis de Santiago, ratificada por los dirigentes): abstenerse, etc." (28s, cf. 15,19s; 21,25).

            En todo momento se mantiene la distinción entre la resolución unánime de la asamblea de enviar a unos delegados (vv. 22.25) y el compromiso alcanzado por los dirigentes (v.28) a instancias de Santiago (vv.19s).                  

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