miércoles, 16 de febrero de 2011

REACCIÓN DE LAS SINAGOGAS DE LA DIÁSPORA. Hch 6,8-15.

   8 Esteban, lleno de gracia y de fuerza, realizaba grandes prodigios y señales en medio del pueblo.
9 Entonces, algunos de la sinagoga llamada de los Libertos, con algunos de Cirene y de Alejandría y otros oriundos de Cilicia y de Asia, se pusieron a discutir con Esteban,
10 pero no lograban hacer frente al saber y al Espíritu con que hablaba.
11 Sobornaron entonces a algunos para que dijeran: "Le hemos oído pronunciar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios".
                 12 Alborotaron tanto al pueblo como a los senadores y los letrados, lo agarraron por sorpresa y lo condujeron al Consejo,
13 presentando testigos falsos que decían:
                 - Este individuo no para de hablar contra el lugar santo y la Ley.
14 Le hemos oído decir que ese Jesús, el Nazoreo, destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos transmitió Moisés.
                15 Todos los miembros del Consejo fijaron la vista en él y vieron su rostro como el rostro de un ángel.

EXPLICACIÓN.

                   8 - 15. En contraste con la situación pacífica de la iglesia de Jerusalén aparece la figura de Esteban, portavoz del grupo helenista, cuya actividad se describe en los mismos términos que la de los apóstoles (8, cf. 5,12), y la reacción airada de las sinagogas formadas por judíos de la diáspora (9).

                   Se cumple a la letra la promesa de Jesús (10, cf. Lc 21,15, comp. con Hch 4,14). La rec. Occ. precisa todavía: "pues sus argumentos eran rebatidos por él con toda valentía" (cf. 4,29, com v.31). La profecía es irrefutable, por eso recurren al falso testimonio; la rec. occ. sigue insistiendo en la total incapacidad de los adversarios para hacerle frente: "No pudiendo, pues, hacer frente a la verdad, sobornaron, etc." (11). Esta primera acusación no tiene ningún viso de legalidad. Como en el caso de Jesús, consiguen poner al pueblo en contra de Esteban (Lc 23,13.18-23) y también a una parte de los miembros del Consejo (12).

                Ante el Consejo echan mano de falsos testigos, como habían hecho con Jesús (Mc 14,57s); acusan a Esteban de atentar contra los dos pilares del judaísmo: el templo y la Ley (13). Aducen una presunta predicción de Jesús recordada por Esteban (14; cf. Mc 14,58). La acusación responde sólo en parte a la verdad de los hechos; Jesús no había afirmado que él personalmente iba a destruir el templo. Los miembros del Consejo se dan cuenta de que Esteban es un testigo calificado, acreditado por Dios ante ellos como un mensajero fiel y veraz (15). Se anticipa el carácter profético de la denuncia que éste pronunciará (subrayado por la rec. occ.: "como el rostro de un ángel que estuviera de pie en medio de ellos").                

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