viernes, 15 de abril de 2011

PABLO RECONOCE QUE EL ESPÍRITU LO HABÍA ENVIADO A LOS PAGANOS. Hch 28,23-28.

  23 Fijaron con él un día y fueron a verlo a su alojamiento bastante más. En su exposición Pablo les dio testimonio del reino de Dios y trataba de convencerlos de quién era Jesús alegando lo mismo la Ley de Moisés que los Profetas, y esto desde la mañana hasta el anochecer.
                   24 Mientras unos se dejaban convencer por lo que decía, otros se mostraban incrédulos.
25 Mientras se despedían sin estar de acuerdo entre ellos, Pablo añadió una sola cosa:
                  - Con razón dijo el Espíritu Santo a vuestros padres por medio del profeta Isaías:
                   26 Ve a ese pueblo y dile:
                   Por mucho que oigáis no entenderéis,
                   por mucho que miréis no veréis,
                   27 porque está embotada la mente de este pueblo,
                   son duros de oído,
                   han cerrado los ojos:
                   para no ver con los ojos,
                   ni oír con los oídos,
                   ni entender con la mente,
                   ni convertirse para que yo les cure (Is 6,9s).
                   28 Por tanto, enteraos bien de que esta salvación de Dios se ha destinado a los paganos; ellos si escucharán.

EXPLICACIÓN.

23 - 28. Las condiciones parecen óptimas para que Pablo pueda exponerles el mensaje de Jesús (23). Con todo, sus esfuerzos por ponerlos de acuerdo se revelan una vez más estériles (24). Para Pablo, que pretendía una conversión masiva y espectacular del judaísmo en algún lugar determinado para que esto incitara a los demás judíos a reconocer a Jesús como Mesías, la despedida sin ponerse de acuerdo equivale a un rechazo del evangelio (25a).

             Ante esta actitud obstinada, Pablo reconoce finalmente la obcecación del judaísmo, que se cierra en banda al plan salvífico de Dios  (cf.13,46; 18,6). Por eso, a su instrucción anterior añade unas palabras: da finalmente la razón al Espíritu Santo y echa en cara a los judíos el pasaje de Is 6,9s (25b); Pablo se distancia definitivamente del pueblo infiel (cf. 7,51s, en boca de esteban; vse. también 11,12, en boca de Pedro ).

              Recuérdese que no se ha mencionado el Espíritu Santo de3sde que Pablo puso pie en Jerusalén (última mención en 21,11). Lc ha reservado la cita extensa del oráculo de Isaías para el final de su doble obra (26s: comp. lc 8,10 con Mc 4,12).

               Después de constatar el endurecimiento y consiguiente reprobación de Israel, Pablo afirma que la salvación se destina a los paganos, convencido de que ellos harán caso del evangelio (28). Ha dado remate al largo proceso de su conversión al reconocer que su espíritu nacionalista, que había polarizado sus esfuerzos en la conversión de Israel, era un impedimento que lo desviaba de la misión que tan claramente le había confiado Jesús en el momento inicial de su conversión. (Palo lo ha ido explicitando a medida que tomaba conciencia de su verdadera misión: comp. 22,21; 26,17s con 9,5s). La rec. occ. añade el v.29: "Cuando hubo dicho esto, los judíos se marcharon, discutiendo vivamente entre sí".                 

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