8 Esteban, lleno de gracia y de fuerza,
realizaba grandes prodigios y señales en medio del pueblo.
9 Entonces, algunos
de la sinagoga llamada de los Libertos, con algunos de Cirene y de Alejandría y
otros oriundos de Cilicia y de Asia, se pusieron a discutir con Esteban,
10 pero no lograban
hacer frente al saber y al Espíritu con que hablaba.
11 Sobornaron
entonces a algunos para que dijeran: "Le hemos oído pronunciar palabras
blasfemas contra Moisés y contra Dios".
12 Alborotaron tanto al pueblo
como a los senadores y los letrados, lo agarraron por sorpresa y lo condujeron
al Consejo,
13 presentando
testigos falsos que decían:
- Este individuo no para de
hablar contra el lugar santo y la Ley.
14 Le hemos oído
decir que ese Jesús, el Nazoreo, destruirá este lugar y cambiará las
tradiciones que nos transmitió Moisés.
15 Todos los miembros del
Consejo fijaron la vista en él y vieron su rostro como el rostro de un ángel.
EXPLICACIÓN.
8 -
15. En contraste con la situación pacífica de la iglesia de Jerusalén aparece
la figura de Esteban, portavoz del grupo helenista, cuya actividad se describe
en los mismos términos que la de los apóstoles (8, cf. 5,12), y la reacción
airada de las sinagogas formadas por judíos de la diáspora (9).
Se
cumple a la letra la promesa de Jesús (10, cf. Lc 21,15, comp. con Hch 4,14).
La rec. Occ. precisa todavía: "pues sus argumentos eran rebatidos por él
con toda valentía" (cf. 4,29, com v.31). La profecía es irrefutable, por
eso recurren al falso testimonio; la rec. occ. sigue insistiendo en la total
incapacidad de los adversarios para hacerle frente: "No pudiendo, pues,
hacer frente a la verdad, sobornaron, etc." (11). Esta primera acusación
no tiene ningún viso de legalidad. Como en el caso de Jesús, consiguen poner al
pueblo en contra de Esteban (Lc 23,13.18-23) y también a una parte de los
miembros del Consejo (12).
Ante
el Consejo echan mano de falsos testigos, como habían hecho con Jesús (Mc 14,57s);
acusan a Esteban de atentar contra los dos pilares del judaísmo: el templo y la
Ley (13). Aducen una presunta predicción de Jesús recordada por Esteban (14;
cf. Mc 14,58). La acusación responde sólo en parte a la verdad de los hechos;
Jesús no había afirmado que él personalmente iba a destruir el templo. Los
miembros del Consejo se dan cuenta de que Esteban es un testigo calificado,
acreditado por Dios ante ellos como un mensajero fiel y veraz (15). Se anticipa
el carácter profético de la denuncia que éste pronunciará (subrayado por la
rec. occ.: "como el rostro de un ángel que estuviera de pie en medio de
ellos").
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