30 Al día siguiente,
queriendo sacar en limpio de qué lo acusaban los judíos, mandó desatarlo,
ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Consejo en pleno, hizo bajar
a Pablo y lo presentó ante ellos.
23 1 Pablo, mirando fijamente al Consejo,
dijo:
- Hermanos, yo hasta el día
presente he procedido con Dios con la mejor conciencia.
2 A esto, el sumo sacerdote
Ananías ordenó a sus ayudantes que le dieran un golpe en la boca.
3 Pablo replicó:
- Dios golpeará a ti, muro encalado;
estás ahí sentado para juzgarme conforme a la Ley y ¿violas la Ley mandando que
me peguen?
4 Los presentes dijeron:
- ¿Insultas al sumo
sacerdote de Dios?
5 Respondió Pablo:
- No sabía, hermanos, que
fuese sumo sacerdote. Si, la Escritura dice: "No maldecirás al jefe de tu
pueblo" (Ex 22,27).
6 Sabiendo Pablo que una
parte de ellos eran saduceos y otra fariseos, gritó en medio del Consejo:
- Hermanos, yo soy fariseo,
discípulo de fariseos. Me juzgan por la esperanza en la resurrección de los
muertos.
7 Apenas dijo esto, se produjo un
altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida.
8 ( Es que los
saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, mientras
los fariseos admiten todo eso.)
9 Se armó un griterío enorme, y algunos
letrados del partido fariseo se pusieron en pie protestando enérgicamente:
- No encontramos nada de
malo en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?
10 Como el altercado
arreciaba, el comandante, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó que
bajara la tropa para arrebatárselo y llevárselo al cuartel.
11 La noche siguiente se le
presentó el Señor y le dijo:
- ¡Ánimo!, porque lo mismo
que has declarado públicamente en Jerusalén el mandato que te di, tienes que
dar testimonio también en Roma.
EXPLICACIÓN.
22,30-23,11. El
comandante sigue sin conocer los motivos
de la hostilidad contra Pablo; para averiguarlos lo hace comparecer ante el
Consejo judío (22,30). Pablo, sin haber sido interpelado, toma la palabra y
afirma su sinceridad (23,1, cf. Jn 18,20).
El sumo sacerdote lo hace enmudecer (21; cf. Jn 18,22): Pablo había
apelado a él y al Consejo como testigos de su conducta de perseguidor (22,5);
su actual proceder debía parecerles una traición imperdonable, y su pretensión
de sinceridad les resulta intolerable.
Pablo, en estilo profético, acusa al sumo sacerdote de haber violado la
Ley (cf. Lv 19,15), haciéndolo golpear antes de haber pronunciado veredicto
alguno (3, cf. Jn 18,23). En su disculpa reconoce que el sumo sacerdote es el
"jefe del pueblo" (Éx 22,27), pueblo al cual él se siente muy
vinculado (cf. 21,39; 22,3) (4s).
Mediante una sutil
maniobra, Pablo no sólo se zafa del interrogatorio, sino que obliga a los
fariseos a ponerse de su parte: conocedor de la secular enemistad entre los
saduceos y los fariseos (6a), proclama a voz en grito su filiación farisea (6b:
"Yo soy fariseo, hijo/discípulo de fariseos"). Es la tercera vez que
confiesa su identidad, "judío y fariseo" (cf. Lc 22,60), mostrando
que no ha roto con su pasado.
Para ahondar aún más las divisiones, afirma que la causa de su proceso
es la esperanza mesiánica cifrada en la resurrección de los muertos (6c). De
este modo se enemista a los saduceos y se alía con los fariseos (7-9; cf.
5,34-39).
Ante el tribunal, Pablo no ha dado testimonio de Jesús; pretende sólo
salir de la situación en que se ha metido; no está dispuesto a morir por Jesús
en Jerusalén, en contra de lo que había proclamado (cf. 21,13).
En
la cuestión sobre la resurrección, la escena tiene un claro paralelo en el Ev.:
compárese la glosa lucana sobre las creencias de los saduceos y de los fariseos
(8) con una glosa similar relativa a los saduceos (Lc 20,27). Asimismo,
mientras los letrados del partido fariseo (cf. Lc 5,30) afirman que Jesús ha
respondido correctamente a los saduceos (Lc 20,39), también ahora "algunos
letrados del partido fariseo" se ponen abiertamente del lado de Pablo protestando
enérgicamente (9). Pero, al contrario que Pablo, Jesús los desenmascaró
inmediatamente (cf. Lc 20,46).
La
escena de la triple negación de Pedro finalizaba con signo optimista y
reconfortante (cf. Lc 22,61s), también la escena en que Pablo ha confesado por
tercera vez su identidad judía/farisea concluye de forma optimista: el Señor se
le presenta durante "la noche" (11a); lo anima (11b) a proseguir el
testimonio que ha dado en Jerusalén de palabra (significado del gr.
diamarturomai) sobre el encargo que le había confiado de dirigirse a los
paganos (11c, cf. 22,18.21) confirmándolo en Roma con su vida y actividad
misionera (gr. martureô): tal es el designio divino (gr. dei, impersonal
divino, cf. 19,21c), que se dedique en Roma a la misión entre los paganos
(11d).
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